El extraño juego de las venganzas...
Hay un nombre por encima de cualquiera cuando se trata de hablar de venganzas... nadie es tan bueno como El Padrino... Respeto hermano, respeto. Esto es lo que falta a veces. Hay quien dice que en este mundo lo que falta es amor, pero no creo que con tanto latir nos falte amor.... solo nos falta algo de respeto... algo de lo que Padrino nos daría algunas lecciones. El respeto no es bajar la mirada delante de alguien, sino aprender a mirar a alguien con los ojos desnudos. Es esa mirada sincera que te atraviesa el cuerpo en medio de una sala poblada de gente, es esa mirada de acero que te cae como plomo en el pecho y te hunde a no poder hablar. Lo bueno es que es esa misma mirada que te recoge entre las colillas de una fiesta que quedan en el suelo. La misma que te engancha a la conversación de la que te han excluído o del partido que ibas perdiendo. La misma que hace crecerte las alas para volar un poco más alto.
Cuando aprendes a mirar así, aprendes a respetar y a que te respeten. Las palabras están de más, las mentiras no tienen lugar y te hacen vivir con una sonrisa que abre 24h.
A pesar de ello, como todo, lo difícil no es conseguirla, sino dominarla. Porque, ¿Cuántos pueden conducir?¿Y cuántos realmente saben hacerlo?... Esto es lo mismo... conoces el respeto, sabes lo que es, lo sientes, lo aplicas, lo vives, lo sufres o lo echas de menos... pero realmente quién sabe como aplicarlo correctamente??... Una conversación entre amigos, una mirada mal utilizada y bien clavada en la espalda y volvemos al principio de la historia: Venganza. Caminos extraños y mal uso del poder que te da el respeto para volverse en todo lo contrario. Unos se ofenden, otros son ofendidos, algunos no se enteran y al final todos perdidos, cada uno con su historia y con sus teclas repicando en su magín.
Padrino, ¿Porqué nos dejaste tan solos sin tus enseñanzas? ¿Quién decidió mostrar tu lado cruel?... con lo que podíamos haber aprendido.
Palabra de Abondan. Alta.
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